Fin a Ley de Protección al Empleo: ¿y las mujeres?
Gina Ocqueteau Emprendedora
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Gina Ocqueteau
Esta semana se da fin a la Ley de Protección al Empleo, medida que desde abril de 2020 y durante los peores meses de la pandemia buscó proteger la fuente laboral de trabajadores de todo el país, permitiéndoles acceder a las prestaciones y complementos del Seguro de Cesantía . Según del Ministerio del Trabajo, durante 18 meses fueron 864.306 los trabajadores con solicitudes aprobadas. Actualmente quedan 65.054 personas bajo esa condición, equivalente a un 7,5% del total.
Es cierto que, con la reapertura de comercios y oficinas, más los casos de Covid a la baja, esta normativa tenía pronta fecha de expiración, pero sí es preocupante analizar que de esas 65 mil solicitudes aún vigentes, 47.300 correspon a mujeres, contabilizando un 73% del total.
El empleo femenino ha sido una de las áreas más golpeadas por la pandemia y las estadísticas sólo reafirman esa realidad: son las mujeres una vez más el eslabón más débil, quienes están pagando un costo más alto ya quienes más se les dificultan la reincorporación al mundo laboral. Un reporte elaborado por CEPAL determinó que la tasa de desocupación de las mujeres en la región llegó al 12% en 2020, porcentaje que se eleva al 22,2% si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres de 2019.
A nivel local, un reporte del Banco Central realizado en julio de este año corroboró lo que muchos sabemos: la participación femenina se ha visto impactada por la necesidad de dedicar mayor tiempo al cuidado del grupo familiar. La carga del cuidado de los hijos y familiares adultos mayores recayó casi exclusivamente en ellas, con poco involucramiento de parejas y cónyuges, y esto sin considerar las dificultades para recurrir a ayuda externa.
Hoy, el análisis general habla de recuperación y sin duda se trata de buenas noticias, pero la pregunta que corresponde hacerse en paralelo es qué pasa con la brecha de género en materia laboral y qué podemos hacer para detener esta diferencia en aumento. Las prioridades públicas y privadas deben cambiar, ojalá poniendo atención en las mujeres. Más que nunca debemos preocuparnos de proteger el espacio que ganaron en las últimas décadas y promover iniciativas que beneficien a la totalidad de la población.
Porque no basta con la creación de nuevos empleos, es necesario que además existan las condiciones para acceder a ellos. El ejemplo más claro es que si no están en funcionamiento el 100% de los colegios y jardines infantiles, son las mujeres quienes deben seguir en casa realizando trabajos no remunerados, perdiendo así la oportunidad de contar con ingresos económicos
Prolongar esta situación tiene consecuencias de corto y mediano plazo. En los próximos años pueden aumentar los niveles de pobreza, sobre todo considerando la alta proporción de hogares encabezados por mujeres. También está el riesgo de que un alejamiento prolongado del mercado laboral las haga quedar obsoletas ante los rápidos avances de la transformación digital. El endeudamiento también es un riesgo constante.
Estoy segura de que gran parte de quienes hoy se encuentran desempleados tienen la intención de reintegrarse al mercado laboral, motivadas por una mayor autonomía económica y autorrealización. Por eso es fundamental trabajar en políticas que faciliten la reinserción laboral de las mujeres, ojalá hacia empleos formales que permitan una distribución más equitativa de los puestos de trabajo. Y no olvidemos crear las condiciones que hagan posible esta intención, sin ellas la tarea no está 100% hecha.